El sueño de ser madre es y seguirá siendo el principal de los deseos para las mujeres, independientemente de los momentos sociales, culturales o de las leyes que regulen el aborto o la cantidad de hijos a engendrar (como el caso de China). Sin embargo, para muchas este sueño se transforma en toda una pesadilla a causa de alguna enfermedad de base que les impida desarrollar un embarazo de manera normal y, de esta forma, ceñirse a ciertas precauciones que o bien dejan en un segundo plano al embarazo mismo o, por otra parte, el tratamiento médico que se ha llevado siempre. Y dentro de estas enfermedades, la epilepsia es una de aquellas que hasta cierto punto eleva las restricciones para el embarazo.
 

¿Cuidar el embarazo o cuidar el tratamiento?

 
Si los métodos anticonceptivos se han transformado casi en una base de la vida sexual de todas las parejas, en el caso de las mujeres que sufren de epilepsia lo es aún más. Y es que para ellas, la planificación de un embarazo lleva consigo una serie de precauciones que tomar, tanto para la propia salir de ellas como del nuevo ser que vendrá en camino.
 
Por una parte, los síntomas propios de la epilepsia actúan como elementos restrictivos a la hora de llevar de manera plena y “normal” un embarazo; ante la presencia de una convulsión, o bien la salud de la madre o la del feto podrían estar en peligro ante la posibilidad de sufrir un golpe. Pero, si se lleva un tratamiento anticonvulsivo y las crisis epilépticas se encuentran controladas de raíz, entonces o bien será necesario cambiar la medicación o arriesgarse a que el feto sufra deformaciones o el hijo nazca con serias complicaciones y trastornos, sobre todo en el área neurológica.
 
 

Más allá de las precauciones

 
En estricto rigor, sufrir de epilepsia no debiera ser un freno a la hora de planificar un embarazo. Lejos de convertirse en una pesadilla o en un evento en el cual se deban maximizar las precauciones, la literatura médica advierte solamente de un elevado riesgo para ciertos medicamentos que, en el caso de haber un embarazo, pueden reemplazarse por otros que no representan ningún riesgo ni para la madre ni para el feto.
 
En este sentido, la elección del medicamento ideal deberá realizarse de forma individualizada tomando en cuenta la eficacia del fármaco de acuerdo al tipo de epilepsia que presente la paciente y a los potenciales efectos adversos que éste puede tener. En rigor, cualquier mujer epiléptica puede quedar embarazada y llevar un período de gestación completamente normal, engendrando un hijo sano siempre y cuando se supervise por un neurólogo o médico que controle la medicación y el tratamiento de la enfermedad.